La flor ponderada.
Una pieza de litedatura
Escritos por Il Persecuttore
*Excepto “Papeles de Paco” por Mat.
Diseño: Aknida / Il Persecuttore
Ilustraciones y arte de tapa: Otis Deled
1ra edición: septiembre 2010
2da edición: mayo 2013
3ra edición: septiembre 2014
Capuchas
RSSS
Como muchas locuras que comienzan en un sueño, la decisión y planificación para tomar el té de la planta de floripondio ya se había gestado en una visión onírica en la que escapaba de la ciudad por el río Paraná y sobrevivía en una isla en la que hallaba el diario de un escritor que narraba su experiencia en la ingestión del té de floripondio y las instrucciones para el preparado. Este sueño quedó registrado en un diario donde anotaba de manera constante lo que soñaba día a día. El diario comenzó y concluyó con la partida y el regreso de un viaje a los Estados Unidos, abarcando esos cuatro meses en los que me acostaba en un mundo y soñaba estar en otro. Este diario llevó como título La noche americana, y luego de estar guardado un tiempo, reescribí transformándolo en una novela onírica. En el final de esta novela, el soñador huye a una isla y se topa con una majestuosa planta de floripondio.
Una vez vuelto a mi ciudad natal, Ciudad Evita, recobré viejas costumbres olvidadas, entre ellas el amor a la naturaleza, a los bosques y las flores y un afán por lo suprarreal, lo infraconciente, lo extracorporal, todo aquello que opere en un mundo a otro nivel.
Como no es difícil hallar en Buenos Aires y conurbano la planta visionaria como el floripondio u otra de aspecto bello, el morning glory, conseguir las flores necesarias no fue un problema. Tiempo atrás, antes de que la planta comenzara a ser objeto de experimentación por parte de la juventud exploradora, podía hallarse en casi todas las plazas, baldíos y jardines de casas suburbanas.
(También conocida con el nombre de soñadora por algunas señoras mayores, se le adjudica la propiedad de llamar al sueño si se colocan dos flores debajo de la almohada antes de irse a dormir). Luego de las podas gubernamentales de hace más de una década, se tornaron más escasas. No obstante, ejemplares de esta fabulosa especie siguen brotando por doquier.
Unas semanas antes de la experiencia se venía charlando acerca del asunto de la planta, así que era sólo cuestión de elegir el mejor momento para cosechar las flores de una planta de la que teníamos conocimiento. Ese momento llegó un viernes y hasta el martes siguiente me encontré bajo los embrujos de esa planta hechicera. Cinco días en los que con mayor o menor intensidad estuve fascinado por los efectos de las alucinaciones tanto agradables como desesperantes.
La empresa de ingerir la flor también estuvo alentada por otra experiencia anterior llevada a cabo por Paco, Benigno y Laicram, en la que yo no pude participar porque me encontraba de viaje, precisamente soñando. Una ceremonia colectiva que se había estado elucubrando muchas noches atrás, y en su debido momento se llevó a la práctica. Al volver de viaje, el primer comentario que me llegó de ese asunto fue que Paco al tomar el té, había tenido alucinaciones horrorosas, visiones desesperantes en la que su personalidad se desdoblaba y se veía a sí mismo dormir sobre la mesa, sin saber de qué lado del espejo se encontraba. Pregunté y me dijeron que lo había preparado con 18 flores, una dosis letal. Esto no es de extrañar, considerando que durante muchos siglos de la época oscura, el medioevo, se utilizaban las flores para extraer concentrados de veneno capaces de producir la muerte. Pero la flor que no mató a Paco tal vez lo haya hecho más fuerte. El protagonista de este episodio me dijo que no se daba por vencido y con gusto me acompañaría en una segunda ronda de té.
Sé que existen, aunque extraviados, algunos relatos como este, que registrarán la experiencia espiritual y sensorial que provoca el veneno de la flor, y contribuir a esto es lo que en último lugar me incentivó. Un viajero en el valle de Traslasierra, San Luis, me dijo: “no hay chamanes del floripondio”, lo que me pareció parcialmente cierto, ya que eso explicaría cómo es que no se conocen abiertamente los verdaderos alcances ni la naturaleza del poder o el uso de este visionario.
Aunque por otra parte, me ha llegado la información que en la zona de Comodoro Rivadavia hay una fuerte presencia de chamanes del floripondio. En los caminos del sur supe que el visionario posee muchos guardianes de la sabiduría, y aquel que realiza la ingesta sin un guía, puede caer preso en alguno de los múltiples guardianes que duermen en él y hacen lo imposible por desviar al viajero del sendero hacia el entendimiento, no por maldad, sino –supongo– porque es su trabajo el de cuidar de lo que protege (¿Por qué para el hombre su trabajo consiste en revelar el misterio divino cuando otros seres como las plantas u hongos no se cuestionan esto, sino lo tienen asimilado en la naturaleza de su organismo?) También me han dicho que en el dominio de la selva, usualmente se utiliza en mezclas junto a la ayahuasca para liberar guerras espirituales a gran escala.
Me propuse llevar conmigo un anotador durante todo el tiempo que durara el hechizo, para poder registrar lo que mis sentidos percibieran de la manera más constante posible, aunque en el momento álgido de la posesión de la flor no me encontrase en condiciones de agarrar una lapicera para escribir. Sé que es imposible transmitir a partir de la narración una experiencia en todos sus planos y aspectos, lo que me hizo tener en mente la idea de no derrochar esfuerzos en aferrarme a describir las cosas que no vienen al caso.
Con la ayuda del testimonio de varias personas que me vieron extraviado en la órbita de un mundo incomprensible e inexplicable, y la recopilación de las notas tomadas en el momento agitado del embrujo, pude reconstruir un relato aproximado de lo que aconteció esos cinco días en los que me poseyó el hechizo de la flor ponderada.
La diferencia que reside entre sabiduría y conocimiento parece sutil pero es, en efecto, abismal. Mientras que el conocimiento se basa en la referencia del pasado, además de poder convertirse en algo parcial o manipulable, la sabiduría tiene su anclaje en el futuro, o mejor dicho, en el tiempo presentísimo del acontecer universal.
En la adquisición del conocimiento a través de la visión, el aprendizaje implica el fin de muchas creencias basadas en supuestos inamovibles. Algo nuevo siempre nace cuando lo podrido cae y muere, un mundo inédito se revela a partir del estallido del anterior, una cadena de explosiones mentales que tienen como objetivo derribar y construir constante y espiraladamente hacia la luz.
“Los delirios de bosque
y de inviernos con té,
los enjambres de amor
me atraparon ya”.